jueves, 26 de marzo de 2009

María Montessori y el Niño en la Iglesia

Hace unos años descubrí con tanto gusto y asombro que María Montessori había escrito sobre la capacidad del niño de formar una relación personal y estrecha con Dios, de hacer suyos conceptos que en primera instancia pareciera que el niño no puede comprender. A continuación les comparto frases del libro “El Niño en la Iglesia” escrito por Maria Montessori y E.M. Standing que encontré por casualidad y es un gran tesoro.

Todo comenzó en Barcelona alrededor de 1910. Montessori ya había mostrado al mundo la transformación del niño en el ambiente preparado, en las llamadas Casas del Niño y sus ideas se habían extendido a España. Fue aquí en el santuario benedictino de Nuestra Señora de Montserrat que se preparó el primer Atrio, "la primera Casa del Niño en la Iglesia". Se le llamó atrio como en las iglesias antiguas donde existía un antecuarto a la iglesia donde se preparaban los catecúmenos antes de estar listos para recibir los sacramentos y participar de lleno en la celebración de la misa. Para este primer Atrio invitaron a artistas destacados que la decoraron de blanco y oro, con asientos, fuentes de agua bendita, pinturas y pequeñas estatuas especialmente hechas para los niños.

"La normalización que los niños habían logrado en la Casa del Niño parecía cobrar completo sentido al aplicar lo aprendido en la iglesia. El cuidado del ambiente, el orden, el silencio y la paz durante el trabajo se veía en efecto en el Atrio.

Los niños aprendieron el significado de los sacramentos. Con una pequeña pila bautismal, el sacerdote invitó a dos niños a actuar de padrinos, y con un muñeco representó el sacramento del bautismo con todos los pasos, gestos y símbolos. En un principio se creyó que solo los mayores entenderían la explicación del sacerdote pero pronto notaron que los pequeños de tres años atendían a las explicaciones fascinados y aprendían junto con los mayores (de 6 años). Espontáneamente los niños pedían actuar de catecúmenos y repitiendo los pasos del sacerdote representaban el sacramento del bautismo unos con otros. Poco a poco hacían suyas las primeras nociones de la liturgia. Comprendieron por ejemplo, como la misa es la representación por excelencia de la pasión y muerte de Cristo. Los mayores ofrecían la misa y los mas pequeños las ofrendas, trayendo los regalos al altar.

De esta manera cuando llega el momento de hacer la primera comunión el niño ha "vivido en la iglesia" por tres o cuatro años. Considerando su corta edad, estos niños presentan un conocimiento especial de los aspectos religiosos.

La liturgia se había hecho accesible al niño. Las ceremonias impresionantes de la Iglesia, el simbolismo sagrado, el profundo significado detrás de cada acción, el uso exacto y la finalidad de cada objeto, la distribución sistemática de los diversos roles litúrgicos, todo tiene una importancia fundamental el lugar donde se reúnen los fieles. Al mismo tiempo ofrecen un medio tangible, como lo son los colores, las luces, los sonidos ayudando al alma del niño a vivir con profundidad las riquezas de nuestra fé.

Los niños en estos primeros grupos cultivaron su propio trigo y prepararon las hostias que usarían en su primera comunión. "El obispo de Barcelona deleitado con la idea, decidió incorporarlos en la procesión de Corpus Christi, y en Barcelona y sus suburbios hostias preparadas por las manos de los niños y hechas con la harina de las semillas cultivadas por los niños fueron ofrecidas durante la misa.

Inclinados a la religión y entrenados en la independencia, estos niños demuestran tener almas "firmes y robustas", de la misma manera que el cuerpo de un niño bien alimentado y bien cuidado es robusto. Creciendo de esta manera, no muestran signos de miedo o pena, por el contrario muestran confianza y gracia en su comportamiento, valor y conocimiento preciso de las cosas de la Iglesia, y una fé firme en la vida y en Dios."

Estas son las bases del ahora conocido método de la Catequesis del Buen Pastor preparado con gran detalle y dedicación por Sofía Cavaletti y Gianna Gobbi.

Cada uno de los materiales del Atrio ofrece al niño la oportunidad de pasar de lo tangible a lo espiritual. La catequista o “guía” debe saber cuando detener su explicación. Las palabras son contadas y escogidas, reverentes y sugerentes del gran misterio, pero el misterio es presentado al niño para que él mismo lo descubra, para que él mismo reciba el alimento directamente de Dios en toda su riqueza, sin ser digerido previamente por la catequista.

Cada uno de los pasajes de la biblia, del antiguo y nuevo testamento y las parábolas son presentadas literalmente de la biblia, las palabras no se cambian ni simplifican. Los fragmentos son elegidos pero presentados intactos. La idea de fondo se basa en la convicción de que las palabras de la biblia nos hablan directamente de Dios. Al presentarlas en su formato original se permite a Dios hablar directamente al alma del niño. Los fragmentos que se presentan han sido escogidos después de años de observación, encontrando aquellos que más atraen a los pequeños, aquellos que despiertan su amor y alegría en el Señor.


Espero poco a poco ir platicándoles más de este método. Aquí por lo pronto les dejo el libro del que he sacado estas notas y las páginas de las asociaciones del Catecismo del Buen Pastor en Estados Unidos, Canadá, y Australia. Me pregunto si en Barcelona aún estará abierto el primero Atrio en la Iglesia de NS de Montserrat…
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